El año que viene, la biblioteca

EL NUEVO RECTOR de la Hispalense, Antonio Ramírez de Arellano, se ha estrenado en el cargo
suspirando por la biblioteca que ya no será en el Prado de San Sebastián igual que los judíos celebran su Pascua soñando con estar el año siguiente en Jerusalén. El asesino siempre vuelve al lugar del crimen, pero, francamente, sorprende en esta ocasión que lo haga con la sangre de la víctima aún caliente. En este caso, lo que chorrean son los millones que la Universidad ha enterrado en un proyecto que se encontró con la oposición vecinal y que el Supremo tumbó definitivamente por mucho que el nuevo rector se empeñe en resucitar ese Golem, con pilares inclinados y recovecos imposibles.

De todo el comunicado en el que se anuncia un emplazamiento alternativo rotulado con el nombre de Antonio Machado y Núñez en la avenida de Eritaña en vista de que el Supremo no admite ni un pase, hay una frase reveladora de la ensoñación en que ha vivido la Universidad de Sevilla desde que se emperró en plantar allí «un gran espacio cultural abierto a todos los ciudadanos» sin preguntarle a los que vivían al lado: «Este edificio emblemático fue diseñado por la prestigiosa arquitecta angloiraquí Zaha Hadid para integrarse en el Prado». «Integrarse» debe considerarse un eufemismo simpático, una de esas palabras caprichosas que revelan el pensamiento profundo de quien las pronuncia ya que es la imposible integración del proyecto en el PGOU vigente la que determinó su suerte por orden judicial.

En resumidas cuentas, el nuevo rector viene a traspasar la responsabilidad a la ciudad de vuelta de aquel papelito con el que su antecesor exoneró al consistorio por consejo del secretario municipal para no verse implicado en la reclamación que ha dado al traste con el proyecto. «Si existiera actualmente una decidida voluntad por parte del Ayuntamiento de Sevilla…», «…si el Ayuntamiento estimase la posibilidad de un aprovechamiento cultural de las infraestructuras existentes…», «…el proyecto cultural para el Prado queda en manos del Ayuntamiento…»

Ahí la llevas. Tú veras lo que haces. Y el año que viene, la biblioteca abierta. Sólo que los judíos se pagan ellos las copas que rompe el novio en la boda sin pretender endosarle a nadie la factura de los vidrios quebrados.

21/3/12


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