Cardo Máximo

La web de Javier Rubio: Columnas periodísticas, intervenciones radiofónicas, escritos…

Lo de menos son los coches

DE TODO EL follón inextricable del Plan Centro, esa chapuza impresentable que obligaba a los residentes a hacer cola para obtener un simple salvoconducto de acceso a sus domicilios, lo de menos son los coches. Justo donde nos hemos quedado todos: contando coches a favor o en contra, tirándonos los coches a la cabeza, chocándonos contra el muro de la incomprensión. No, no son los coches los que importan, sino quienes van dentro. Los coches ocupan lugar y contaminan, pero sus ocupantes crean riqueza o la redistribuyen, interactúan con otros ocupantes y alumbran ideas, dan vida a la ciudad y mueven el motor de la economía urbana.

Como nada de eso se tuvo en cuenta cuando se puso en marcha a las bravas una medida de efectos tan inmediatos como se ha comprobado, ahora nos debatimos entre ahondar en aquella sinrazón o sustituirla por otra sobrevenida. Qué más da. El daño ya está hecho y los hábitos de los sevillanos llevan años cambiando de forma paulatina pero inexorable. Lo que vino a hacer el Plan Centro (que de plan sólo tenía el nombre) fue acelerar la reacción, como esos catalizadores que logran reducir el tiempo para que se formen las nuevas moléculas químicas.

Seis meses han bastado para que el comercio del centro lance un SOS porque se ve ciertamente en peligro. Seis meses han bastado para que los vecinos se convenzan de que se vive mejor sin tanto coche alrededor y para que los ciudadanos de otras zonas caigan en la cuenta de que no les hace falta ir al centro para nada.

Pepe Núñez, aquel admirable delegado de Urbanismo del PA al que llegaron amenazar de muerte por cerrar al tráfico rodado la calle Tetuán, lo reconocía hace bien poco: detrás de cada peatonalización hay un cambio del 80 o el 90% de los comercios de esa vía. Sólo que aquí estamos hablando de un proceso a una escala mucho mayor que implica un cambio de usos en el centro monumental de la ciudad como nunca antes habíamos sospechado.

Es eso, no es otra cosa. El dueño de una tienda tiene derecho a exigir que no modifiquen las condiciones de acceso a su negocio porque, de otro modo, el perfil de su clientela cambiará irremisiblemente. Y nadie pasa de un día para otro de vender sostenes y combinaciones a despachar tangas y braguitas brasileñas así como así.

De modo que aquí lo que sobran son los golpes de autoridad, los decretos y los porcentajes usados como armas arrojadizas. Lo de menos son los coches y todavía no nos hemos enterado.      

27/7/11


Comentarios

Una respuesta a “Lo de menos son los coches”

  1. Avatar de
    Anónimo

    totalmente de acuerdo………………..!que cabecitas cuadradas¡

    Me gusta

Replica a Anónimo Cancelar la respuesta